Las consecuencias benéficas de los escándalos corporativos mundiales, han sido la independencia del auditor y la participación cada vez más activa del Consejo de Administración, el cual ha dejado de ser un espectador pasivo, ya que los miembros de los consejos actuales están obligados a conocer a sus empresas totalmente y a participar en el establecimiento de la estrategia corporativa, para lo cual se requiere reconsiderar las capacidades y 
disponibilidad necesarias para ser un consejero eficaz.

El papel tradicional de representar el conflicto de intereses de los accionistas no va a desaparecer, sino se va a incrementar.

Actualmente, los consejeros deberán entender los aspectos principales en temas como: la elección de políticas contables, capital humano, administración, investigaciones internas y la evolución en las condiciones de mercado; así como algunos deberes adicionales, incluyendo: la supervisión de la estrategia corporativa, revisión de planes de acción, establecimiento de la política de control de riesgo, aprobación de presupuestos anuales, orientación de planes de negocio, estableciendo metas y objetivos, monitoreando su implementación, evaluando el desempeño a nivel corporativo, analizando inversiones en activos y supervisando las adquisiciones y liquidaciones.

Tales funciones se complementan con planear la sucesión de directivos y de los propios consejeros, a fin de garantizar la continuidad de la administración del negocio. Con la implementación de las referidas medidas, podrá prevenirse el fraude en la empresa, además de que podrá estar en mejor posición para tomar decisiones eficaces.

Tradicionalmente, el Consejo de Administración ha dependido del auditor externo, porque es esencial una supervisión adecuada, pero usualmente se limita a una serie de pequeñas reuniones y un informe financiero anual, presentado en la Asamblea General Ordinaria, acompañado de una entrevista con el socio encargado de la firma de auditoría.

En el gobierno corporativo actual la función de supervisión exige que todos los consejeros tengan el suficiente conocimiento contable para entender y opinar sobre las políticas utilizadas en dicha materia; adicionalmente deberá asegurarse de la capacidad moral y académica de los individuos que conforman el equipo asignado. Para ello, algunos de los tópicos a resolver, entre otros, son:

  • determinar si existen conflictos de interés con la firma de auditoría;

  • establecer los beneficiarios finales de la firma de auditoría;

  • exigir copias de las políticas internas y prueba de su implementación para conocer y administrar situaciones en conflicto;

  • determinar los posibles conflictos de interés entre los miembros del equipo de auditoría y empleados de la empresa, asegurándose de que el auditor no tenga parientes en la misma;

  • solicitar y obtener una descripción exhaustiva de todas las facturas de auditoría y consultoría, la cual debe contener el listado de servicios con el costo respectivo, y en caso de existir cuentas injustificadas, se debe establecer la razón;

  • exigir el conocimiento de los criterios de selección, entrenamiento y supervisión de los empleados a cargo de la auditoría;

  • solicitar la información de cualquier incidente que se hubiese presentado con otro cliente;

  • obtener una descripción completa de la metodología de auditoría y compararla contra las Normas de Auditoría Generalmente Aceptadas;

  • solicitar acceso a las bitácoras de auditoría y demás registros para determinar que efectivamente se sigue la metodología, y

  • solicitar la rotación del socio a cargo de la auditoría, de preferencia a discreción del Consejo evitando arreglos preestablecidos de intercambio de carteras.

La mejor práctica de gobierno corporativo es rotar la firma de auditoría.

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